Tras la visita a Mdina y Rabat, y asomarnos a los acantilados de Dingli, visitamos los jardines del palacio de san Antón, ubicado en Attard. Estos formaban parte de un palacio construido en el siglo XVII por un gran maestre amante de la botánica, por lo que a cada embajador de visita le pedía que trajese alguna planta de sus respectivos países, con las que decoraban los jardines que rodean el palacio, costumbre que se mantuvo por los sucesivos gran maestres y gobernadores. Hoy el palacio es la residencia del presidente de la república. La siguiente parada es una de las más espectaculares que se pueden hacen en nuestras islas. Estamos hablando de la Rotunda de Mosta. Se trata de una de las cúpulas más grandes de Europa, sita en un pequeño pueblo en el centro de la isla. Durante la IIGM dos bombas la golpearon, una de ellas perforando su cúpula y aunque en su interior rezaba población, nadie fue herido, considerándose este hecho un milagro. Por ello, esta “pequeña” iglesia de pueblo ha sido ascendida recientemente a Basílica, y su sacristía aun alberca la bomba que cayó el 9 de abril de 1942. Construida por la Orden de San Juan, la primera piedra de la capital de Malta se colocó en el año 1566, tras el “Gran asalto turco”, buscando cerrar el paso al Grand Harbour en un posible nuevo ataque turco. Tras aquella, muchas la siguieron hasta conformar la ciudad más moderna de Europa en el siglo XVI. En aquel momento, su principal encanto residía, no sólo en sus calles color miel o sus vistas panorámicas, si no en que la ciudad de Valletta ¡no olía! ya que fue construida sobre un sistema de alcantarillado que hicieron de ella la ciudad soñada de la nobleza europea. También de la mano de la Orden de San Juan llega el barroco a la ciudad, la cual se moderniza en el nuevo estilo perdiendo su anterior aire de fortaleza bélica. Los edificios se elevan en una planta y se superpusieron fachadas barrocas que aún hoy nos observan desde los grandes portalones de los albergues y propiedades de los caballeros. A principios del siglo XXI, la ciudad conserva todo su encanto. Es capaz de penetrar en el espíritu de los viajeros más experimentados, dejando una huella difícil de olvidar. Pasearemos sus calles y puntos más emblemáticos como Upper Barraka garden, con sus espectaculares vistas del Gran Puerto, pasearemos sus calles, que como decíamos muestran a cada paso palacios de distintas épocas, los albergues de las lenguas que componían la Orden, incontables iglesias... cada paso en la única capital europea que es patrimonio de la humanidad. Un paseo por siglos de historia en esta ciudad construida “por caballeros para caballeros”. Y tras la sobria fachada de la concatedral de San Juan se encuentra una de las catedrales más impresionantes que los viajeros pueden encontrar a lo largo y ancho del mundo. Inaugurada en 1572, poco después del gran asalto turco, la primera intención es construir una iglesia conventual para la nueva ciudad de la orden, de uso exclusivo para sus caballeros, y debido a la situación del momento (se temía un nuevo ataque turco en cualquier momento) se construyó un edificio acorde con la época: sobrio, militar y resistente. Pero con el paso del tiempo y el cambio de situación, también el edificio cambió: con la llegada del barroco el edificio se decoró hasta el punto de que hoy día es considerado uno de los maximos exponentes de este estilo. Un derroche de colorido que va desde el suelo (al que se ha llegado a describir como “el suelo más hermoso del mundo”) plagado de trabajadas tumbas de mármol, hasta el techo decorado por Mattia Preti, pasando por todas y cada una de las capillas de las distintas lenguas de la orden. Y como culmen de este edificio único dos Caravaggios: “San Jerónimo escribiendo” y la obra maestra del artista, “La decapitación de San Juan”.